Primera entrega del relato ambientado en la Zaragoza de principios del siglo XIX, A un lado de la orilla, de Raquel B. miembro del Club Mrs Darcy. Las entregas se realizaran periódicamente. Se agradecerán los comentarios de seguidores.
A UN LADO DE LA ORILLA
Si en algún momento tuviera que contar mi historia, quisiera que fuera de un modo diferente del que fue, en un lugar donde nadie me tuviera por un súcubo o una infame…
Nos llamaban brujas, herejes, infectas, pero tras las ferias, las esquinas oscuras y la niebla siempre estamos nosotras, que nos llevan a esta vida miserable por los deseos que unos se atreven a llamar pecado y otros los llamamos modo de vida.
En mi nacimiento solo estuvimos mi madre y yo, aunque por poco tiempo, pues su solución más sensata fue abandonarme y no fui criada en un convento como pensareis, fui criada en un prostíbulo de la calle de las Armas, así que ya veis mis ilustres lectores, mi destino estaba claro y escrito a fuego en mi piel, viviría de la noche…..
Aprendí muy joven lo que es un hombre y lo que son las mujeres, diferentes especies que tienden a buscarse para dañarse o alimentarse el uno del otro, supongo que lo que era el amor no estaba en mi sino y sin embargo trabajaba para una parte del mismo, lo que la Iglesia tiende a llamar hacer uso del matrimonio, un uso que en algún momento alguno pensó en llevar a cabo, pero he decir que es un misterio que no osaré desvelar todavía.
Ya sé que aún no conocéis mi nombre, no os impacientéis mis amigos, pues sigo pensando si os doy el nombre que me define, o el que me hace ser, pues si nací ya con una condición, que forma parte de la definición de la actividad que practico, pero no es el nombre que me hace ser y sentir.
No estoy marcada, ni teñida pues mi pelo es negro y así me gusta que sea, a los franceses les también, y mi piel es blanca, pero no lechosa…..
Quisiera pensar que el corsé que ajusto todos los días es solo una prenda, pero este justillo es algo más que ahoga y mata la esperanza; la esperanza de salir de esta calle, cruzar el Puente de Piedra y vivir al otro lado del Ebro, sola sin hombres, lanzando palabras, pues aunque resulte extraño no soy una iletrada, soy la única del burdel que sabe escribir y leer, Doña Pilar la dueña quiso enseñarme, según ella porque no toda la vida me dedicaré a esto:
-pequeña, en tus ojos se refleja lo que las demás no tienen, seso, y sino al tiempo- así lección tras lección, intercalando palabras y vida….
Mucho más contaré, es una promesa, pero por ahora hablaremos de lo que me rodea y a veces me ensucia, es una época difícil oscura y hambrienta, pues las pestes siempre atacan a los pobres, a los viciosos y a las mías; unas por esposas y otras por trabajadoras.
Vivo entre las nieblas, el viento y las heladas sorpresivas que hacen que mis manos se enrojezcan y la tinta que ahora uso se hiela…
Pero de algún modo todo cambia y esto es lo que os relataré extraños cambios y sorpresas que en este tiempo me llevan a relatar en papel lo vivido por eso esto no acaba aquí, solo se inicia, pues aunque triste lo que me rodea, puedo asegurar que extraño y oscuro lo visto y sentido,
No os asustéis pues espero que entre ustedes y yo encontremos el sentido, a lo ocurrido en estos años confusos , por cierto el nombre que me define es ” La pequeña” por el que debería haber sido bautizada Liliana………
(Continuara......)
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ResponderEliminarEstoy deseando leer más!, bonito y crudo comienzo, muy real y descriptivo, enhorabuena y gracias por compartirlo!, un saludo.
ResponderEliminarBeth.
Fue una época muy dura para la ciudad, y para estas mujeres huérfanas o viudas que lo habían perdido todo trás una guerra tan cruel y devastadora.
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