Abadía de Fulda,
Año 842 del Nacimiento de Jesucristo
La calma y el sosiego de la noche me asisten para expresar libremente mis pensamientos, y también mis sentimientos. En esta pequeña tregua que me conceden las estrellas y la luna ya no tengo que esconderme, puedo ser yo misma. Espero y así se lo pido a Dios Nuestro Señor día tras día, que mis hermanos no encuentren estas cartas que escribo y guardo celosamente en mi celda, ya que, de ser así, descubrirían que en realidad su querido y erudito hermano Juan el Inglés, es en realidad una mujer nacida de mujer, y a la que su padre y su madre pusieron el nombre de Juana.
Mi vida en la Abadía es agradecida y tranquila; mis conocimientos crecen cada vez más gracias a que el padre Abad me ha ordenado traducir gran cantidad de obras de mis admirados escritores griegos y latinos. Así pues, no tengo queja de nada, salvo de una cosa: no poder demostrar toda mi sabiduría desde mi cuerpo y mente de mujer, tal como Dios me creó; al contrario, debo esconder mi identidad femenina un día y otro también. Ello me entristece sobremanera, pero también comprendo que, de no ser así, nadie valoraría mi inteligencia en este mundo hecho por hombres y para hombres. Este es, pues, el sacrificio que debo hacer para poder continuar mi aprendizaje: negarme como mujer que soy.
A mi mente vuelve una y otra vez la misma idea, pues desde mi entendimiento no alcanzo a comprender como lógico el que a las mujeres no se nos permita educarnos como a los hombres, ya que Dios nos creó iguales a las unas y a los otros. En cuanto a esto, el razonamiento de los varones es sencillo: la mujer, al contrario que el hombre, es débil en mente y espíritu y por ello ni entiende ni comprende, por lo tanto, no puede recibir educación. Por mis estudios de los autores clásicos he podido apreciar que lo que opinaban hace mil años en torno a la mujer no difiere mucho del juicio que se tiene hoy día. Todos estos planteamientos me llevan a una conclusión: si a mi, que soy mujer, Dios me ha proporcionado inteligencia, es porque debo aprovecharla y cultivarla, y no dejar a mi talento que marchite. Al igual que yo, que me considero una privilegiada entre las de mi sexo, las mujeres deberían ser más instruidas, ya que, yo digo: el conocimiento no tiene sexo.
Ruego al Cielo para que esta situación cambie algún día, y las mujeres puedan ser educadas en igualdad con los hombres. Que no se las juzgue por su sexo, sino por su inteligencia.
Seguiré aprovechando todas las oportunidades que se presenten en mi camino para transmitir todo mi saber a las que son como yo, y en especial a las más pequeñas. Para que puedan elegir y no se vean obligadas a una vida de servidumbre a un varón. Por ello rezo.
Juana la Inglesa
INFORMACIÓN SOBRE JUANA
Esta carta se basa en una figura femenina que vivió en la Edad Media, la papisa Juana, verídica para unos y legendaria para otros (empiezan a tomar la historia de esta mujer como leyenda entre los siglos XV-XVI con la Reforma Luterana). Entre las personas que defienden su existencia, como Jean de Maylli en su Chronica Universalis Mettensis (siglo XIII), Juana habría nacido a principios del siglo IX en un poblado alemán. Hija de un monje de origen inglés (de ahí su apodo de “el Inglés”; su padre habría llegado a esas tierras para educar a los sajones en la fe de Cristo), sería educada por éste. La Abadía de Fulda (actualmente en el Estado de Hesse Nassau, Prusia, centro de Alemania), en la que pudo continuar educándose Juana, fue fundada por San Bonifacio en el año 744.
Ya bajo su aspecto de hombre, viajó a Roma hacia mitad del siglo IX d.C. (848), donde llegó a ser, gracias a su erudición y conocimiento, el Papa Juan VIII entre los años 855 y 857. En cuanto a su muerte, hay autores que afirman que murió dando a luz en una procesión, y otros en cambio aseguran que el gentío que asistía a la procesión, ante el hecho que descubría al Papa como una mujer, la lapidaron en público junto a su hijo recién nacido.
Fue borrado todo testimonio sobre su existencia, negándose a incluirla en la lista de Papas de la Iglesia, aunque hasta que empezó a gestarse su leyenda, varios autores mencionaron su extraordinaria historia.
Hace un tiempo se realizó una pelicula biográfica en Alemania, os dejo el trailer para los interesados:
Hace un año vi el trailer y me interesó mucho, pero por acá no se estrenó, así que deberé recurrir a medios ilícitos.
ResponderEliminarSaludos.
Aquí la emitieron por televisión, en el cine no se llegó a ver. Me encanta el actor que hace de Faramir en el señor de los anillos, y que sale en esta película.
ResponderEliminarsaludos